Mi vida solo ha dado la vuelta una vez.

Voy a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta. Estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande. Y eso que las he tenido de muchas clases.
Sí.
Podría contar mi vida, uniendo casualidades.

domingo, 22 de agosto de 2010

Gilipollas.

Como despertarse tarde y desayunar huevos fritos. Como gritar. Como salir sin que importe llegar tarde a casa, como la serie completa de Friends, como un helado de chocolate y avellanas de esos que salen de una máquina azul. Como Broken Records cantando A promise. Como cuando nieva tanto que no puedes ir a clase, como repetir postre los sábados, como un masaje con pintalabios en la espalda.
Como buscar formas en las nubes. Como cuando escuchas tu canción favorita en la radio, aunque sea una de esas cadenas que sólo emiten ruido de ese rollo-pop-comercial. Como correr cuando llueve, aunque sepas que el porcentaje de gotas recibidas aumenta según aumenta tu velocidad. Como reír hasta tener dolor en las costillas, ese dolor tan insoportable como embriagador. Como un beso en la estación, como los hasta luego en lugar de adiós, como los "para siempre", como los poemas de Sabina. Como Gran Vía en rebajas, como una pizza mediana de regalo por la compra de una familiar.
Como no saber a que lado de las sábanas agarrarte, como encontrar dinero en los bolsillos de unos pantalones viejos (y rotos), como los viernes. Como un as escondido en la manga. Como la fiebre de verano, las revistas, las rotondas, los semáforos en rojo con beso incluido y los guitarristas en los aeropuertos.
Mejor que los toboganes extra-mega-maxi-interminables, mejor que la droga, mejor que el rock y el vodka. Mejor que las cosas de vainilla y los ambientadores de plástico de los coches. Mejor que romper el papel de regalo salvajemente para descubrir su interior, mejor que Octubre y su otoño, mejor que la lluvia y el olor a lluvia, casi mejor que Madrid.
Mejor que los pasos de cebra, mejor incluso que The Abbey Road, mejor que ver como se disuelven las aspiras efervescentes, mejor que Mary Poppins, mejor que los sellos de los hospitales, mejor que el zumo de naranja de Hacendado y que el olor a gasolina. Mejor que tener el lujo de no tener hambre, mejor que el morbo, los celos, la sangre.
Mejor que explotar globos y que los fuegos artificiales. Mejor que sus historias. Sin duda, (para ella) mejor que el sexo. Mejor que las indirectas directas. Mejor que un plan de fuga, qué digo, mejor que todos los planes de fuga posibles.
Mejor que una casa sola y que un corazón lleno (de parches) , mejor que el parque de atracciones y que las cosquillas. Que el sarcasmo, que las buenas noticias y que una tarde con Piel Tersa y Señorita Azucarada.
Podría arriesgarse y decir que mejor que los Beatles. Mejor que Carolina y el naranja. Mejor que ella. Mejor que la independencia, mejor que ese rollo de los círculos completos.

Los superaba con creces. Él.




Ojos claros.

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